Buscando árboles y arboledas singulares

(Por Moisés S. Palmero Aranda, Educador ambiental) No hay mejor manera para comenzar la semana de la Educación Ambiental que presentar un proyecto participativo, colaborativo, multiplicativo, centrado en lo local y que ofrece grandes oportunidades en materia educativa, turística, deportiva, de sensibilización, de defensa, de recuperación y conservación del patrimonio natural y cultural de un pueblo.

Pensando en lo global, y con el afán de entender el pasado, convivir en el presente y mirar con optimismo al futuro, desde la Plataforma Ejido Sostenible, nos hemos propuesto hacer un inventario de árboles y arboledas singulares del municipio.

No es novedoso, en casi todas las comunidades autónomas hay uno. En Andalucía, se hizo en 2002, pero solo aparece un árbol, el Taray de Roquetas, en toda la comarca del poniente, y el pobre está a punto de desaparecer. Lo mismo ocurre en la selección y exposición que hizo el Grupo Ecologista Mediterráneo a nivel provincial, donde el más cercano es en la Sierra de Gádor.

La explicación de este vacío puede ser sencilla: no hay ninguno, pero no se ajusta a la realidad. La verdadera razón son los criterios, para no hacer la lista interminable, que se utilizaron para establecer qué es un árbol singular. Imaginamos que, si alguien propuso alguno de nuestro pueblo, simplemente, no pasaría el corte. Por lo tanto, nuestra propuesta, viene a llenar este vacío y complementar y ampliar esos inspiradores inventarios ya realizados.

Por eso lo primero que hicimos, hace ya más de cuatro meses, fue determinar qué criterios íbamos a seguir. En realidad no difieren mucho de los otros inventarios, salvo que nuestra lista no tendremos que reducirla para hacerla atractiva. Además de los biológicos, el tamaño, la altura, el grosor del tronco, la forma de su copa, la rareza de su especie en nuestro clima y la integración en nuestro paisaje, hemos incorporado, los aspectos culturales, históricos, tradiciones, festividades, mitos, leyendas locales y los relacionados con las emociones personales y comunitarias.

Algunos pensarán que son poco científicos, arbitrarios y pueden llevar a confusión. Somos conscientes, y por esa razón, no queremos dedicarle mucho tiempo a detenernos en los criterios, porque lo que buscamos es que nos referencien todos. Ya habrá tiempo de clasificar, seleccionar e inventariar los que nos lleguen.

El siguiente paso fue presentar la idea a las asociaciones amigas, para que formasen parte del proyecto, y nos ayudasen a terminar de darle forma, mejorarlo, hacerlo crecer y que llegase a todos los núcleos del municipio. De aquella reunión surgieron propuestas muy interesantes, como la de no solo inventariar los que están vivos, sino también aquellos que quedan en el recuerdo, en las fotos, en el acervo popular. Un trabajo de investigación de archivos, de fotos aéreas de los vuelos americanos, de mapas y topónimos, y de recuperación de la memoria natural y cultural de los vecinos, que estamos seguros enriquecerá el inventario.

Ahora, simplificada y terminada la ficha, lanzamos el proyecto a la ciudadanía para que empiece la búsqueda, la mirada minuciosa, el análisis de su paisaje más cercano. Es fácil de rellenar, pero nos conformamos con que nos manden la ubicación y alguna foto para que podamos ir a visitarlo. El resto lo haremos poco a poco, sin prisa, pero sin pausa, porque sabemos que este inventario nunca se terminará, que siempre estará abierto.

Cuando tengamos algunos destacados, nos gustaría diseñar un mapa que los visibilice, una guía, para que si un día se pierden, se sepa que estuvieron, un sendero que los una y, por qué no, la celebración del Día del Árbol Singular, donde las asociaciones y centros educativos vayan a visitar, cuidar y disfrutar del árbol que apadrinen y del que se hagan custodios. Seguro que se nos ocurren más cosas, porque cuando uno comienza a caminar, redescubre, aprende a mirar con otros ojos, aquello que creía dominar.

Y como quien busca encuentra, ya hemos inventariado al Abuelo Acebuche, los más de cien pinos de la antigua carretera nacional, los acebuches e higueras de Punta Entinas moldeados por el viento de poniente, y algunos artos, las matas gordas, de nuestro bosque, de los cuatro que disfrutamos, más singular. Pero queremos más.

Ayúdanos a buscar, a recuperar las raíces de nuestro pueblo, a conservar esos árboles que un día alguien plantó sabiendo que no los disfrutaría, pero que tú, que ni siquiera habías nacido, sí lo harías, y necesitarías de su sombra, de su cobijo y de su belleza para vivir.

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